Cuando menos lo esperabas ....




Su piel, sus manos, su pelo y esa sonrisa iluminada, la vestían para matar cada mañana frente al espejo. Salía a la calle envuelta en su sencillez, pero no podía evitar que las miradas callejeras y los elogios cotidianos la hicieran sentir tan particular, casi única si se quiere, y aún así, seguía siendo tan sencillamente hermosa. Sin embargo, en su intimidad, esperaba para ella, algo tan especial, como la calle la hacía sentir, y eso no estaba mal, solo que aquello tan especial como ella misma, no terminaba de llegar. Alguna vez sintió que ésa era la ocasión, que aquella era la persona, pero todo salió mal, y tuvo que recomenzar todo de cero. Pasó un largo tiempo hasta que se volvió a cruzar con su siguiente oportunidad, pero esta vez ya no estaba tan dispuesta a ponerle todo el corazón a esta historia, aunque igualmente lo intentó. Hubo cielos y hubo infiernos, y era solo ella quien tenía las llaves de ambos, así que abrió y cerró repetidas veces aquellas pesadas puertas, hasta que un día, cansada de tanto dolor, seca de lagrimas ya, guardó las llaves bajo siete cerrojos, se miró al espejo, ensayó su mejor sonrisa, y volvió a salir a la calle, vestida para matar. Claro, junto con las llaves, también encerró su corazón, que presa del temor nunca se negó al encierro. Hoy muere de soledad, en medio de una fiesta cotidiana, rodeada de gente que todo le da, pero que no le da nada de lo que más necesita, hoy muere de dolor que disfrazado de alegría se esconde tras la careta de una sonrisa, y pide a gritos socorro para su soledad, pero su lenguaje no lo habla mucha gente, así que ahoga en sus horas solitarias las sonrisas más amargas y desata en compañía, sus alegrías más hipócritas. Grita en las redes sociales sus dolores, gritos escondidos tras las frases que deben leerse entrelineas, en metáforas ocultas tras las letras de canciones que tienen destino fijo, y se sienta a esperar que alguien entienda su idioma. Todavía no aprendió que para salir del huevo hay que romper la cáscara, que lo que espera, seguramente no tiene la imagen con que ella lo sueña, que aparecerá un día, justo aquel día en que ella no lo esperaba, doblando la esquina que no soñaba doblar.

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