Bronca

 


Los 42 Km del camino de regreso a casa transcurrieron en un profundo e insostenible silencio, Andre entendía a la perfección el profundo y pesado agujero de angustia que sentía en mi interior, y de este modo me permitía transitarlo en soledad evitando romper en lágrimas, lo que hubiera sido verdaderamente auténtico y sincero.

La noche se había estirado lo más posible, pero ya empezaba a desarmarse, y con paso acelerado te vi pasar hasta la heladera en busca de la última cerveza. Sentado en la parte más alejada de la larga mesa, buscando un momento de soledad, aferrado con fuerza a la lata que imaginabas soldada a la mesa como si quisieras quedarte allí para siempre, para no desprenderte de los que hoy somos tu mundo, tu familia, tus amigos, tus amores, pero sabías que eso era un imposible que no rompería tus sueños de nómade en busca de un mundo mejor. Una sonrisa dura, contrastaba con la mirada perdida tras unos ojos vidriosos y achinados, se notaba claramente en tu gesto, el inmenso esfuerzo por no quebrar en llanto, por no correr en busca de un abrazo, esa lucha interminable entre el deseo y el dolor. Lo miré a Manu y me respondió asintiendo con la cabeza, ambos veíamos la misma imagen, el mismo sentimiento dibujado en tu cara, mientras Mauro registraba toda la imagen con su mirada siempre apasible, y Nano reía sin parar tratando de disimular lo que por dentro, seguramente también lastimaba y dolía.

Unos minutos antes me habías dicho: “Vos marcaste este camino cuando tenía quince años y me entregaste la ciudadanía italiana con esa mirada futurista que siempre tuviste, cuando hace unos años atrás hiciste lo mismo que estoy haciendo hoy. Estoy feliz por lo que estoy haciendo, pero por favor no vengas el lunes al aeropuerto a despedirme, no me gustan las despedidas, eso es hoy, dame un abrazo aquí y ahora.”

Otra vez la vida ponía frente a mí, ese histriónico y desgarrante escenario donde sus dos protagonistas: Alegría y Dolor, batallaban para ser las estrellas de esta obra llamada “Bronca” donde cada escena derrama sentimientos tan difíciles de expresar en unas pocas palabras. No creo que haya sido simplemente casualidad que en la misma semana haya decidido dar por terminada moralmente la casa que hace seis años intentaba construir para vivir en ella la vida que hoy dudo que vaya a vivir, simplemente porque esta misma semana me casé con Andre, esta misma semana publicamos esta hermosa canción, (https://fb.watch/4uQjnvG-Ff/), que generamos con mis más queridos amigos, y en esta misma semana, querido hijo, te vayas a vivir tan lejos, en busca de un destino mejor.

En estos interminables 42 Km de regreso, también comprendí lo que mis hijos sintieron en sus 60 Km de regreso a su casa, aquel día en que partí hacia Europa en busca de un mañana más amigable, y eso duele, desgarra y merece estas lágrimas que no voy a contener.

 






Comentarios

Entradas populares de este blog

Solo algunas noches

Jesús Verdugo

El Viejo Videla