Universos paralelos


Me parece estúpidamente loco y hermoso levantarme a las tres de la mañana a escribir este absurdo, pero sinceramente creo en lo perfecto de la imperfección, en que lo único lógico más allá de las matemáticas que puedo encontrar en mi vida, es lo imprevisible, lo impredecible, lo inesperado, todo aquello que de una u otra forma, nos ocurre sin que podamos manipular, aquello que aún presintiendo que nos va a ocurrir, no podemos evitar, porque al intentar salirnos de lo que presentimos va a suceder, inevitablemente nos lleva a otro impredecible momento. 
Recuerdo una historia que ocurrió hace muchos años atrás, era un fin de semana en el que deseaba hacer algo con Mauro, (mi hijo menor), que nos sacara a ambos del letargo de aquel verano, así que invitamos a algunos de sus amigos y con el permiso de sus padres, los llevé a Mundo Marino. Por aquellos tiempos andaba en una combi Volkswagen que rápidamente se llenó de risas infantiles en la parte trasera, y que junto a la música que nos acompañaba, hicieron que el viaje sea realmente corto. Recorrimos cada rincón de aquel lugar, y también las playas de los alrededores, pero hubo un momento dentro del parque, que me absorbió por completo, había un enorme estanque dentro del cual nadaban incansables un delfín con su pequeña cría, no se cansaban de dar vueltas y vueltas, de la superficie al fondo, del fondo a la superficie. A un lado de aquel estanque, había un portal y a través de él, bajando unas escaleras, se accedía a un espacio que daba a través de una superficie vidriada, a una pared lateral del estanque, desde donde se podía ver a los delfines moverse bajo el agua. Los chicos saltaban de alegría y no paraban de inventar historias acerca de lo que veían. Me sumergí entonces en un mundo interior muy profundo, dentro del cual dejé de escuchar el murmullo de la gente, perdí contacto con el entorno, para dejarme llevar por la muy extraña sensación de estar habitando un mundo paralelo al de los delfines. Ambos ocupábamos casi el mismo espacio, en el mismo momento, pero cada mundo se movía en un universo distinto, un universo paralelo, absolutamente incompatible, ya que cualquiera se ahogaría en el habitat del otro. Sin embargo, ambos estábamos allí, las mismas imágenes, los mismos sonidos, pero viviendo distintas vidas. Aquella visión, me llevó de los pelos y sin pedir permiso, a reflexionar sobre mi propia vida, porque hacía ya tiempo que estaba deseando cambiar de aires, tentar nuevas oportunidades, probar caminos distintos, sabiendo plenamente que todo ocurriría dentro de mi propio universo, y esto significaba solo una cosa: quería irme a probar fortuna a Europa, tal vez, a poner a prueba mi sentido de supervivencia, una idea que arrastré por muchos años y que en aquel momento, se instaló definitivamente bajo mi piel. Pasaron un par de años antes de que lograra cumplir con aquel deseo, pero fue ése, y ningún otro momento, donde sinceramente puse en movimiento mi sueño. Y aquel impredecible momento, me llevó a la más inesperada experiencia que haya vivido jamás, la que me marcó para siempre, la que le dio a mi vida un giro de 180°, para que a partir de entonces, aprendiera a ver la vida, mi propia vida, desde dentro, y desde fuera del estanque.

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